lunes, 15 de marzo de 2010

Deadwood, una mirada diferente al salvaje oeste

Deadwood es una ciudad de Dakota del Sur, con una población de 1282 habitantes en 2006, surgida en pleno territorio indio a finales del S. XIX por aventureros en busca del oro de las Black Hills. Pero Deadwood también es una serie de televisión de HBO basada en los acontecimientos que sucedieron en esta ciudad en el momento de su incorporación a los EEUU, en una época en la que tenía "un promedio de una muerte al día y que un 90% de las mujeres locales eran prostitutas". De hecho casi todos los personajes que aparecen en la serie se corresponden con personajes reales de la historia de Deadwood.


Deadwood sólo conoció tres temporadas (2004-2006) antes de su cancelación, en las que le dio tiempo a ganar el favor de la crítica, junto con ocho premios Emmy y un Globo de Oro. Era una de esas series que dan sentido a la frase de que el mejor cine actual se hace en la televisión. Todo en ella estaba cuidado al detalle: un guión trabajado, estupendos actores y un sensacional trabajo de ambientación. Deadwood te hace sentir realmente en medio de una ciudad de frontera, donde todo es sucio, desde el lodo que cubre las calles hasta el alma de sus habitantes. Y fue precisamente esto lo que precipitó su fin: todo estaba tan bien cuidado que la serie resultaba demasiado cara.

La serie arranca cuando Seth Bullock, antiguo sherif que quiere volver a empezar, llega a Deadwood. Casi al mismo tiempo entra en el pueblo una leyenda del salvaje oeste, el pistolero Wild Bill Hickock. Allí cruzarán sus destinos con los Garret, pareja de buena posición del Este que busca fortuna que le independencia frente a su familia, junto con el resto de habitantes del poblado, entre los que se encuentran el doctor Cochran, la prostituta Trixie y, sobre todo, Al Swearengen, dueño del salón La Gema; un ser inteligente y despiadado que lucha por mantener el control del poblado ante los recién llegados. El actor británico Ian McShane le saca todo el partido a un papel listo para el lucimiento, un villano clásico con corazón de hielo pero que al mismo tiempo sigue su propio código de honor.

Hasta aquí la parte positiva. Pero Deadwood también tenía sus críticos, que le reprochaban ser una seria donde nunca pasaba nada. Una afirmación exagerada, aunque con su parte de verdad. Deadwood no es una serie de acción, se basa más en los diálogos y en las interacciones entre los personajes. Sin embargo es cierto que a veces da la impresión de gustarse demasiado, y adorna el guión con monólogos en ocasiones soberbios, pero que en otros momentos lastran el desarrollo del capítulo. (ATENCIÓN, DETALLES DE LA TRAMA) Además, y para mí es su principal fallo, durante cada una de las temporadas todo parece orientado hacia un final épico donde se enfrentaran todas las fuerzas puestas en marcha durante los capítulos anteriores. Pero salvo la primera, que acaba con un gran último capítulo, las dos siguientes acaban atropelladamente, desperdiciando la tensión creada (FIN DEL AVISO).

Otro punto en contra de Deadwood es su falta de final. Después de anunciar su cancelación se habló de cerrarla mediante dos películas, idea que finalmente no quedó en nada. Una lástima que una serie tan digna no obtuviese el final que se merecía. 

Podéis encontrar más información sobre Deadwood en Vaya Tele.

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