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lunes, 17 de abril de 2017

El origen español del símbolo del dólar y otras curiosidades

Pocos símbolos hay tan populares como la $ que representa al dólar o al dinero en general. Menos conocido es que la S rayada tuvo su origen en una moneda española; el real de a ocho, peso o, como fue llamado en norteamérica, el Spanish dollar.


El real de a ocho o peso duro fue una moneda acuñada en plata, con valor de ocho reales (con ese nombre quién lo diría, ¿verdad?). Empezó su andadura en 1497 y poco a poco se convirtió en la primera moneda de uso mundial, empleándose para comerciar desde EEUU hasta China (posición que, curiosamente, ocupa en nuestros tiempos el dólar, cuyo nacimiento tuvo bastante que ver con el real de a ocho). Debido a su importancia era común que pagarés o letras de cambio se referenciaran a dicha moneda. Y de abreviar pesos fue de donde surgió la $. Empezó como una p, con una s de menor tamaño a modo de superíndice. Con el tiempo la s fue superponiéndose a la p, hasta llegar al símbolo que conocemos hoy en día.

Evolución del signo del dólar (autor: WikedKentaur).

Aunque solemos asociar el símbolo $ al dólar, su primera aparición fue en México, donde sigue en uso para abreviar al peso.

Real de a ocho de 1759 junto con su descendiente, un peso mexicano de 2005
(Fuentes: real de a ocho de Sgh y peso).
Hay otras hipótesis sobre la procedencia del símbolo del dólar. Mi favorita es la que afirma que surge al imitar la figura de las columnas de Hércules y la banda con la leyenda plus ultra que aparecía en el reverso de los reales de a 8 (ver la imagen de arriba a la izquierda).
También hay quien ve en él resultado de unir las siglas US, al escribir la U sobre la S. En su contra está que el símbolo $ ya se usaba antes de que existieran los Estados Unidos (a mí personalmente me suena a "vamos a buscar una explicación que no dependa de nadie de fuera"). También hay quien cree que la S rayada proviene del 8 de los reales de a ocho


Aunque originalmente sólo quería hablar del símbolo $, mientras me documentaba he descubierto algunos hechos curiosos sobre el real de a ocho y su relación con el dólar.
Como comentaba al inicio, el real de a ocho era una moneda de uso mundial. Fue muy empleada, por ejemplo, en el comercio con China, ya que este país sólo admitía el pago en plata. Siendo así, no es extraño que fuera común en norteamérica cuando aún era colonia británica. Al comenzar la revolución, las trece colonias que luego formarían EEUU emitieron papel moneda respaldado por reales de ocho o Spanish dollars.
La palabra dólar viene de otra de las monedas de plata que se usaban en la época, el thaler de Bohemia (tálero en español). En norteamérica se conocía por su nombre holandés, daler, que acabó convertido en dollar. Cuando los EEUU consiguieron su independencia tomaron el real de a ocho como referencia para crear su moneda. Dólar y Spanish dollar coexistieron hasta 1857, en el que se eliminó el uso de monedas extranjeras en EEUU. Aún así la herencia del real de ocho siguió viva en la bolsa, donde las acciones se negociaron por octavos de dólar hasta 1997.
Y una última curiosidad: de peso duro, como también era conocido el real de a ocho, viene el popular duro (cinco pesetas), que tanto se usaba en España antes de la llegada del euro.

Moneda de 100 pesetas de 1999. O, popularmente, de veinte duros. Notad como todavía se conservan las columnas de Hércules con la banda que ya aparecían en los reales de a ocho (autor Serg!o).

 

Fuentes:

Páginas de Wikipedia del Real de a ocho, dollar y Spanish dollar.

domingo, 26 de marzo de 2017

El día en que Oso Erguido se convirtió en persona

La historia de las tribus indias de Norteamérica es una triste lista de derrotas y claudicaciones. Entre sus escasas victorias destaca una que no tuvo lugar en las praderas, sino ante una corte de justicia. Es la historia de como a Oso Erguido, jefe de los poncas, se le reconoció ser una persona.

Jefe Oso Erguido, de la tribu Ponca (fuente).

Los poncas


La tribu Ponca tenía su territorio en la actual Nebraska, donde el río Niobrara desemboca en el Missouri. Eran tierras fértiles, donde los poncas cultivaban maíz, hortalizas y árboles frutales.
A mediados del siglo XIX la tribu Ponca contaba unos ochocientos miembros, y ya había firmado tres tratados con los recién creados EEUU. En el último, firmado en 1858, los poncas cedían parte de sus tierras a cambio de que se les reconociera una reserva permanente junto al río Niobrara. El gobierno también se comprometía a proteger a los poncas de las incursiones de sus vecinos, además de a facilitarles una serie de recursos para ayudar a su desarrollo.

Recreación de una aldea Ponca para una producción televisiva de 1988 (fuente).
La ayuda prometida nunca llegó, y aunque la reubicación de parte de la tribu resultó bastante más dura de lo que habían supuesto, a finales de los años sesenta los poncas podían mirar al futuro con cierto optimismo.
Pero en 1868 los EEUU firman un tratado de paz con los sioux. Por error, entre los terrenos que se les adjudicaron se encontraban las tierras de los poncas. Esto se convirtió en una pesadilla para la tribu, que empezó a ser acosada por jóvenes sioux, que robaban sus caballos como pago por dejarles vivir en sus tierras.
Las continuas quejas de los poncas fueron ignoradas por el gobierno que se había comprometido a protegerlos. Sólo al cabo del tiempo accedió a concederles una pequeña indemnización a cambio de las pérdidas sufridas. Pero esto sólo fue un pequeño alivio antes del golpe definitivo.


jueves, 14 de julio de 2016

Corsarios, comerciantes y contrabandistas, una separación bastante porosa

Recientemente he terminado de leer Piratas: filibusterismo y piratería en el Caribe y en los Mares del Sur (1522-1725), de Jean-Pierre Moureau. Y aunque no me ha terminado de convencer sí he descubierto algunos datos que me han resultado bastante curiosos, de esos que según leía iba pensando esto tengo que contarlo en el blog. Por cierto, que aunque de Moureau se vende como un análisis de la piratería en general, en realidad se centra en los corsarios franceses, así todo lo que voy a contar se refiere a este país y al periodo que abarca los siglos XVI y XVII.

Para empezar hay que distinguir entre corsarios y piratas. Por si alguien no lo tiene claro, un pirata sólo busca su propio provecho, asaltando, robando y matando para conseguirlo, mientras que el corsario... bueno, el corsario sólo busca su propio provecho, asaltando, robando y matando para conseguirlo. La diferencia es que el corsario tiene permiso: una patente de corso por la que el rey, a través de un almirante o gobernador, le autoriza a atacar barcos, ciudades o haciendas de sus enemigos. Mientras que el pirata es la escoria de los mares, perseguido por todos, el corsario es (o se supone) un honrado emprendedor que ha visto una oportunidad de negocio al tiempo que cumple con un servicio hacia su país. País que, de camino, cobra impuestos sobre el botín conseguido.

Marooned (close up)
Pirata abandonado en una costa perdida, un castigo reservado a aquellos que se rebelaban o cometían alguna falta grave. Debía ser bastante habitual, pues lo ingleses llegaron a acuñar un término para designar la acción: marooning (dibujo de Howard Pyle).

Corsarios y comerciantes


Una cosa que he descubierto con la lectura es que, aparte de los corsarios de guerra, había otro grupo bastante más minoritario que acababan en el corso casi sin haberlo buscado. Lo formaban comerciantes cuyo barco había sido asaltado por fuerzas extranjeras. El agraviado podía presentar su caso ante las autoridades y, tras un proceso que podía alargarse meses, si estas juzgaban que, en efecto, el ataque había sido injusto le entregaban una carta de represalia que le autorizada a recuperar lo perdido tomándolo por la fuerza del país agresor. Pero no así a lo loco, que aquí somos gente honrada (que autorizamos a asaltar a cualquier barco o ciudad sin provocación previa, pero honrada): sólo podría ejercer el corso hasta saquear, perdón, hasta resarcirse de una cantidad igual a la que se había juzgado como perdida. Además a la vuelta debía presentar sus capturas para que la autoridad le diera el visto bueno (y cobrar su parte, que aquí no se daba nunca puntada sin hilo).

Estos patentes de corso a modo de represalia podían darse incluso durante periodos de paz. Aquí uno puede preguntarse (al menos yo lo hice): si habían acabado las hostilidades, ¿cómo se había producido el agravio original? Y no menos importante, ¿no echarían a perder este tipo de acciones la paz tan duramente conseguida?

domingo, 10 de noviembre de 2013

Si vas a Virginia llévate una rebequita (y algo de tabaco)

Estamos en Inglaterra, a comienzos del siglo XVII. En 1604 se firmó la paz con los españoles dejando un montón de emprendedores ociosos en busca de una nueva empresa en la que embarcarse. ¿Y qué mejor oportunidad que empezar una nueva vida al otro lado del océano? En abril de 1607 un primer contingente de 105 colonos embarca bajo la bandera de la recientemente fundada Compañía de Virginia bajo la promesa de encontrar la prosperidad en una fértil tierra con un agradable clima templado.

Jamestown, fundado por los colonos de la Compañía de Virginia, fue el primer asentamiento británico permanente en Norteamérica.

Un momento, ¿clima templado en Virginia? Posiblemente fuera exagerar un poco para un lugar donde se alcanzan 30º C en verano y -3º C en invierno. Y si además llegaba un invierno especialmente duro, como el de 1609-10, no era de extrañar que alguno de ellos llegara a afirmar que preferiría perder los miembros y mendigar en las calles de Londres antes que permanecer en Virginia.

Podríamos sospechar que nos encontrábamos con un temprano caso de publicidad engañosa, y que tal vez los miembros de la Compañía de Virginia habían exagerado un poco con vistas a conseguir voluntarios. Sin embargo no era así, y sus gestores estaban tan decepcionados como los propios colonos. La causa fue el conocimiento aún incompleto de los mecanismos del clima.

El error había sido suponer que, al compartir Virginia la misma latitud que España, ambos territorios debían tener un clima similar. De hecho los planes para la colonia eran desarrollar cultivos mediterráneos que permitieran reducir las importaciones de la metrópoli de Francia y España. Incluso se llegó a elaborar un plan para plantar olivos.

Glade-creek-west-virginia-winter-snow-pub - West Virginia - ForestWander
Invierno en Virginia. No sé, no termino yo de ver aquí los olivos (Fotografía de ForestWander. Wikipedia)

Ante estas cicunstancias no debería extrañarnos que en 1624 la Compañía de Virginia acabara disuelta. Y sin embargo la culpa no fue de la mala planificiación inicial, sino por disputas entre los inversores y a que el rey Jacobo I le retirara su favor descontento por la tendencia de la colonia hacia el gobierno popular.

De hecho cuando se disolvió la compañía Virginia iba camino de convertirse en uno de los territorios más prósperos de la corona británica, gracias a la apuesta por un nuevo cultivo que sí se adaptaba perfectamente a su clima y terreno: el tabaco. Fueron las plantaciones de Virginia las que consiguieron convertir un artículo de lujo en un producto popular. El éxito fue tan grande que al llegar el cambio de siglo el 20% de los impuestos por aduanas de Inglaterra provenían del tabaco (a pesar de que una de las cosas que Jacobo I le echara en cara a la Compañía de Virginia fue el iniciar el cultivo de aquel producto maloliente).

Este formidable aumento de plantaciones de tabaco requería una considerable mano de obra, más de la que podía encontrarse en la colonia. La solución fue importar convictos de la metrópoli: vagos, maleantes, prisioneros de las guerras civiles y rebeldes capturados en las insurrecciones de Escocia e Irlanda. Estos trabajadores forzosos podían llegar a ser comprados por entre 15 y 20 libras y después unos años de labor se les condecía la libertad, tras lo cual algunos decidían empezar una nueva vida en Virginia.

A pesar de que este sistema de trabajos forzados se fue haciendo cada vez más popular, acabó revelándose insuficiente para las demandas de las plantaciones, desembocando en el inicio del comercio de esclavos africanos en Norteamérica.

1670 virginia tobacco slaves
Esclavos trabajando en una plantación de tabaco de Virginia en 1670 (Wikipedia).

Fuentes:

lunes, 27 de mayo de 2013

Vientos de guerra y jazz

Recientemente he descubierto el programa musical La madeja de Radio 3 y me he vuelto asiduo de sus podcasts. En uno de los más antiguos, dedicado a Nueva Orleans, he encontrado un curioso comentario que relaciona el esplendor del jazz en la ciudad nada menos que con el desastre del 98. Os lo trascribo a continuación, aunque también podéis escucharlo aquí a partir del minuto 9:42 (y, de paso, podéis disfrutar de la música que lo acompaña).

"Decíamos que Nueva Orleans es la patria del jazz, y es cierto. Lo que resulta menos conocido es la relación entre el jazz y el desastre del 98, con la pérdida de Cuba para la corona española. Según cuenta el propio Armstrong en sus memorias, en la primera década del siglo veinte era fácil conseguir cornetas y trompetas de segunda mano en las tiendas de empeño de Nueva Orleans. De hecho su primer instrumento, siendo todavía un niño, fue una de las famosas cornetas de "¡A dólar!". ¿Y de dónde salían aquellas cornetas? Pues resulta que tras haber hundido a la flota española en Cuba, la armada norteamericana licenció a buena parte de la marinería, que se vio ociosa en el puerto militar de la zona: Nueva Orleans, tierra de grandes alegrías, buen beber y mejores burdeles. Tras pulirse su paga, muchos miembros de las bandas de música castrense acabaron empeñando los instrumentos, y así los músicos negros del lugar tuvieron acceso a trompetas y demás vientos a buen precio, hasta entonces fuera de su alcance."

The Superior Orchestra. Nueva Orleans, 1910 (Wikipedia Commons)

lunes, 11 de junio de 2012

Puestos a elegir...

(Entrada publicada originalmente en Un café con Clío.)


En 1511 Diego Velázquez, al frente de unos tresciento treinta hombres, se lanza a la conquista de Cuba. La excusa fue perseguir al cacique taíno Hatuey, que había buscado refugio allí tras escapar a una matanza de jefes indios en La Española. Cuba se encontraba escasamente poblada en la época, y sus habitantes fueron incapaces de oponer resistencia a los castellanos. La mayor resistencia partió del propio Hatuey, aunque no pudo evitar ser capturado y ejecutado por los conquistadores.

Pero antes de ejecutarlo sus captores, en lo que debían de considerar un gesto de clemencia, le dieron a elegir la forma de su muerte: quemado vivo en la hoguera o, si aceptaba bautizarse, una muerte rápida por la espada. Hatuey eligió la hoguera. La razón: le habían contado que si se bautizaba iría al cielo, donde pasaría el resto de la eternidad en compañía de los castellanos.

Muerte de Hatuey, grabado de Théodore de Bry (1528-1598).
Fuente: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.

La anécdota ilustra el sentir de los primeros indios que tuvieron contacto con los conquistadores. En los pocos años desde que habían puesto el pie en La Española hasta la invasión de Cuba ya habían conseguido casi exterminar a los nativos de la primera isla. Los aborígenes de Cuba seguirían el mismo camino en apenas una generación. La razón fue principalmente las duras condiciones de trabajo a las que se vieron sometidos, junto la destrucción de sus cultivos por los animales que los castellanos habían soltado en la isla. El propio Diego Velázquez informó satisfecho al rey Fernando que en tres años el puñado de cerdos que había llevado consigo a la isla se habían convertido ya en más de treinta mil. No era de extrañar entonces que hubiera quien prefiriese una muerte lenta antes que pasar el resto de la eternidad al lado de sus verdugos.


Fuente: La conquista de México, de Hugh Thomas, que a su vez cita a la Historia de las indias de Bartolomé de las Casas.
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