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viernes, 17 de febrero de 2017

Toneladas de vino y viajes por mar

Leyendo sobre historia naval descubro que en Inglaterra ya se usaba en la Edad Media el tonelaje para referirse al tamaño de un barco. Sin embargo no era una medida de masa, sino de capacidad. El nombre hacía referencia a la cantidad de toneles de un cierto volumen que el barco era capaz de transportar en sus bodegas. Su uso en Inglaterra fue importado de Francia gracias al cada vez mayor comercio marítimo entre ambas naciones, en especial el del vino, que se transportaba en dichos toneles.
La palabra, tanto en inglés como en castellano, procede de la francesa tonne, tonel grande. De hecho en inglés dio lugar a dos palabras distintas: tun, para la unidad de volumen, y ton (tonelada), para la masa.

Unidades inglesas para toneles de vino (Wikipedia).

Cuando, tras la revolución francesa, se estableció el sistema métrico decimal, sólo se establecieron prefijos hasta el miria, 10.000 veces. Pero como en el caso de la masa era insuficiente se adoptaron los nombres de unidades anteriores, y así fue como la tonelada tonel renació como tonelada métrica. Al menos la tonelada inglesa, que equivalía a unos 950 litros. También existió una tonelada castellana, pero ésta era más grande, de unos 1.500 litros. 
¿Será que en Castilla gustaba más el vino?


Fuentes:

sábado, 21 de diciembre de 2013

¿Por qué debería morirme?

Después de haber interrumpido por un tiempo su lectura para documentarme para la próxima entrada del blog, he vuelto a The Rise and Fall of the British Empire de Lawrence James, donde he encontrado esta simpática anécdota. Se refiere al rodaje de Las cuatro plumas (1939), de Zoltan Korda. El gobierno era consciente de la importancia de películas que diesen una buena imagen del Imperio, así que 
"... las autoridades sudanesas prestaron a Korda 4.000 askaris [soldados nativos] y el East Surrey Regiment para la espectacular recreación de la batalla de Omdurman que marcaba el clímax de Las cuatro plumas. El gobierno sudanés también ayudó a conseguir un gran número de guerreros Hadanduwa (Fuzzy-Wuzzies), que añadieron un llamativo toque de autenticidad a las secuencias bélicas. Según una información sobre la película que apareció en el Picture Post, fue difícil convencer a estos orgullosos hombres de que muriesen. Uno preguntó: '¿Por qué debería morirme? ¡Yo luché en la auténtica batalla de Omdurman y no morí!' Finalmente fue persuadido de que una muerte cinematográfica no era motivo de vergüenza  y accedió."

La batalla de Omdurman en Las cuatro plumas (fuente).

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Más cornás da la enfermedad que el enemigo

Como habréis deducido de mi anterior entrada, estos días estoy leyendo The Rise and Fall of the British Empire, de Lawrence James. Me han llamado mucho la atención las siguientes líneas sobre los problemas de la Royal Navy durante la Guerra de los Siete Años (1756-1763):
"...la armada necesitaba encontrar y mantener marineros para servir en sus barcos, muchos de los cuales debieron hacerse a la mar sin sus dotaciones completas. El mayor problema eran las bajas: de 70.000 hombres reclutados entre 1756 y 1759, 12.700 desertaron y una cantidad ligeramente mayor fallecieron por enfermedad. En contraste, 143 murieron como consecuencia de enfrentamientos con el enemigo entre 1755 y 1757."

lunes, 27 de mayo de 2013

Vientos de guerra y jazz

Recientemente he descubierto el programa musical La madeja de Radio 3 y me he vuelto asiduo de sus podcasts. En uno de los más antiguos, dedicado a Nueva Orleans, he encontrado un curioso comentario que relaciona el esplendor del jazz en la ciudad nada menos que con el desastre del 98. Os lo trascribo a continuación, aunque también podéis escucharlo aquí a partir del minuto 9:42 (y, de paso, podéis disfrutar de la música que lo acompaña).

"Decíamos que Nueva Orleans es la patria del jazz, y es cierto. Lo que resulta menos conocido es la relación entre el jazz y el desastre del 98, con la pérdida de Cuba para la corona española. Según cuenta el propio Armstrong en sus memorias, en la primera década del siglo veinte era fácil conseguir cornetas y trompetas de segunda mano en las tiendas de empeño de Nueva Orleans. De hecho su primer instrumento, siendo todavía un niño, fue una de las famosas cornetas de "¡A dólar!". ¿Y de dónde salían aquellas cornetas? Pues resulta que tras haber hundido a la flota española en Cuba, la armada norteamericana licenció a buena parte de la marinería, que se vio ociosa en el puerto militar de la zona: Nueva Orleans, tierra de grandes alegrías, buen beber y mejores burdeles. Tras pulirse su paga, muchos miembros de las bandas de música castrense acabaron empeñando los instrumentos, y así los músicos negros del lugar tuvieron acceso a trompetas y demás vientos a buen precio, hasta entonces fuera de su alcance."

The Superior Orchestra. Nueva Orleans, 1910 (Wikipedia Commons)

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