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viernes, 11 de noviembre de 2011

Ir al trabajo escuchando la radio y oír esto

Quiero hacer contigo 
lo que la primavera hace con los cerezos. 
y notar como un día que empezó bien de repente luce aún mejor. 

Son los dos últimos versos del Poema 14 de Pablo Neruda. Lo escuché en Medio Ambiente de Radio 5.


domingo, 19 de junio de 2011

España en marcha - Gabriel Celaya

(Un día como hoy, en el que muchos nos sentimos convocados a mostrar nuestra opinión en la calle, me ha venido a la cabeza esta poesía de Gabriel Celaya)

Nosotros somos quien somos.
¡Basta de Historia y de cuentos!
¡Allá los muertos! Que entierren como Dios manda a sus muertos.

No vivimos del pasado,
ni damos cuerda al recuerdo.
Somos, turbia y fresca, un agua que atropella sus comienzos.

Somos el ser que se crece.
Somos un río derecho.
Somos el golpe temible de un corazón no resuelto.

Somos bárbaros, sencillos.
Somos a muerte lo ibero
que aún nunca logró mostrarse puro, entero y verdadero.

De cuanto fue nos nutrimos,
transformándonos crecemos
y así somos quienes somos golpe a golpe y muerto a muerto.

¡A la calle!, que ya es hora
de pasearnos a cuerpo
y mostrar que, pues vivimos, anunciamos algo nuevo.

No reniego de mi origen,
pero digo que seremos
mucho más que lo sabido, los factores de un comienzo.

Españoles con futuro
y españoles que, por serlo,
aunque encarnan lo pasado no pueden darlo por bueno.

Recuerdo nuestros errores
con mala saña y buen viento.
Ira y luz, padre de España, vuelvo a arrancarte del sueño.

Vuelvo a decirte quién eres.
Vuelvo a pensarte, suspenso.
Vuelvo a luchar como importa y a empezar por lo que empiezo.

No quiero justificarte
como haría un leguleyo.
Quisiera ser un poeta y escribir tu primer verso.

España mía, combate
que atormentas mis adentros,
para salvarme y salvarte, con amor te deletreo.


Gabriel Celaya, en Cantos íberos, 1955.

El texto lo he copiado de http://www.gabrielcelaya.com/

lunes, 21 de marzo de 2011

Cojeando un poco

No tenía pensado publicar nada hoy, pero me he enterado de que estamos en el Día mundial de la poesía, y hay una que llevaba un tiempo queriendo traer por aquí. También es casualidad, cuatro poesías en casi dos años, y en una semana publico dos. Cuando hace unos días hablaba del centenario del nacimiento de Celaya, os decía que este era un género visito muy raramente. Pero la mayoría de esas raras visitas se las hago a un mismo autor: Blas de Otero. Hace no mucho compré el último libro que habían publicado de su obra, Hojas de Madrid con La Galerna.

Cojeando un poco es la primera que aparece en el libro. No sé qué tiene. Mirándola fríamente no parece decir mucho, pero hay que me resulta conmovedor, de forma que las pocas veces que he abierto el libro, antes de buscar el marcador y seguir por donde lo había dejado, me detengo a leerla de nuevo.

En una clínica.
Recién operado en una clínica,
fumo, me peino, pienso
en nada.
Entran dos enfermeras. Una morena
y una rubia,
hijas del pueblo de Valladolid.
Fumo, me peino, pienso
en La Habana, con un barco violeta
alejándose hacia la Unión Soviética.
Son las once.
A las doce y cuarto,
vendrá el médico, me dará el alta, miraré
Madrid desde la ventana,
me despeinaré un poco,
colocaré la camisa, los libros, la colonia y las babuchas
en la jaba,
y saldré de la clínica silbando
y cojeando un poco.

Blas de Otero

viernes, 18 de marzo de 2011

La poesía es un arma cargada de futuro - Gabriel Celaya

No soy aficionado a la poesía. El número de autores de los que me he sentado alguna vez a leer  un libro de poemas (posiblemente sin terminarlo) debe andar por la media docena. Pero entre estos pocos un puesto destacado lo ocupa Gabriel Celaya. Así que hoy, que se cumplen los cien años de su nacimiento, quiero compartir con vosotros una de sus poesías más conocidas, publicada hace 56 años pero que aún conserva su mensaje intacto.

Cuando ya nada se espera personalmente exaltante,
mas se palpita y se sigue más acá de la conciencia,
fieramente existiendo, ciegamente afirmando,
como un pulso que golpea las tinieblas,

cuando se miran de frente
los vertiginosos ojos claros de la muerte,
se dicen las verdades:
las bárbaras, terribles, amorosas crueldades.

Se dicen los poemas
que ensanchan los pulmones de cuantos, asfixiados,
piden ser, piden ritmo,
piden ley para aquello que sienten excesivo.

Con la velocidad del instinto,
con el rayo del prodigio,
como mágica evidencia, lo real se nos convierte
en lo idéntico a sí mismo.

Poesía para el pobre, poesía necesaria
como el pan de cada día,
como el aire que exigimos trece veces por minuto,
para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.

Porque vivimos a golpes, porque a penas si nos dejan
decir que somos quien somos,
nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno.
Estamos tocando el fondo.

Maldigo la poesía concebida como un lujo
cultural por los neutrales
que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.

Hago mías las faltas. Siento en mí a cuantos sufren
y canto respirando.
Canto, y canto, y cantando más allá de mis penas
personales, me ensancho.

Quisiera daros vida, provocar nuevos actos,
y calculo por eso con técnica, qué puedo.
Me siento un ingeniero del verso y un obrero
que trabaja con otros a España en sus aceros.

Tal es mi poesía: poesía-herramienta
a la vez que latido de lo unánime y ciego.
Tal es, arma cargada de futuro expansivo
con que te apunto al pecho.

No es una poesía gota a gota pensada.
No es un bello producto. No es un fruto perfecto.
Es algo como el aire que todos respiramos
y es el canto que espacia cuanto dentro llevamos.

Son palabras que todos repetimos sintiendo
como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado.
Son lo más necesario: lo que no tiene nombre.
Son gritos en el cielo, y en la tierra, son actos.

Gabriel Celaya

Conocí a Celaya gracias al gran Paco Ibañez.

martes, 11 de mayo de 2010

Estoy cansado

Estar cansado tiene plumas,
Tiene plumas graciosas como un loro,
Plumas que desde luego nunca vuelan,
Mas balbucean igual que loro.

Estoy cansado de las casas,
Prontamente en ruinas sin un gesto;
Estoy cansado de las cosas,
Con un latir de seda vueltas luego de espaldas.

Estoy cansado de estar vivo,
Aunque más cansado sería el estar muerto;
Estoy cansado del estar cansado
Entre plumas ligeras sagazmente,
Plumas del loro aquel tan familiar o triste,
El loro aquel del siempre estar cansado. 


Luis Cernuda

domingo, 17 de enero de 2010

No somos personajes históricos

Hemos estallado en Lenin,
En general blanco, en Mackhnovchtchina.
Hemos librado doscientas batallas,
También las del desamparo.
Al atardecer, de vuelta al hogar,
Hemos soñado con hacer un atraco
Con la cabeza de León Trostki.

Hay quienes han puesto mostaza
En su jeringa,
Han puesto vinagre,
La angustia del siglo
Y las lágrimas de Dios.
Nosotros no hemos conseguido
Ser personajes históricos.

Hay quien ha falsificado
Firmas y cuentas,
Quienes se han rapado a lo punk,
Se han trenzado en moño samuray,
Puesto el ojo de Caín como antiparra.
Nosotros no hemos conseguido
Ser personajes históricos.

Esta vez, nos dijimos,
Con el cigarro, el melón
Y las alas de ángel multicolores,
Como una película en arco iris,
Ya está, cumplimos el personaje,
Pero la Historia no está hecha para nosotros,
No estamos hechos para la Historia.
Entonces, ¿para qué estamos hechos?

Armand Gatti

Aparece en su Antología que recientemente ha editado Demipage.

martes, 29 de septiembre de 2009

Lo fatal

No soy muy aficionado a la poesía, pero ésta siempre me ha tocado algo dentro.

Lo fatal, de Blas de Otero

Entre enfermedades y catástrofes
entre torres turbias y sangre entre los labios
así te veo así te encuentro
mi pequeña paloma desguarnecida
entre embarcaciones con los párpados entornados
entre nieve y relámpago
con tus brazos de muñeca y tus muslos de maleza
entre diputaciones y farmacias
irradiando besos de la frente
con tu pequeña voz envuelta en un pañuelo
con tu vientre de hostia transparente
entre esquinas y anuncios depresivos
entre obispos
con tus rodillas de amapola pálida
así te encuentro y te reconozco
entre todas las catástrofes y escuelas
asiéndome el borde del alma con tus dedos de humo
acompañando mis desastres incorruptibles
paloma desguarnecida
juventud cabalgando entre las ramas
entre embarcaciones y muelles desolados
última juventud del mundo
telegrama planchado por la aurora
por los siglos de los siglos
así te veo así te encuentro
y pierdo cada noche caída entre alambradas
irradiando aviones en el radar de tu corazón
campana azul del cielo
desolación del atardecer
así cedes el paso a las muchedumbres
única como una estrella entre cristales
entre enfermedades y catástrofes
así te encuentro en mitad de la muerte
vestida de violeta y pájaro entrevisto
con tu distraído pie
descendiendo las gradas de mis versos.

domingo, 30 de agosto de 2009

Romance del Conde Niño

El romance del Conde Niño es un texto anónimo del S. XV-XVI. Una historia de amores imposibles que musicó (suprimiendo algunos versos) Paco Ibañez dando lugar a la hermosa canción que os he incluído al final de la entrada.
Conde Niño, por amores
es niño y pasó a la mar;
va a dar agua a su caballo
la mañana de San Juan.
Mientras el caballo bebe
él canta dulce cantar;
todas las aves del cielo
se paraban a escuchar;
caminante que camina
olvida su caminar,
navegante que navega
la nave vuelve hacia allá.
La reina estaba labrando,
la hija durmiendo está:
-Levantaos, Albaniña,
de vuestro dulce folgar,
sentiréis cantar hermoso
la sirenita del mar.
-No es la sirenita, madre,
la de tan bello cantar,
si no es el Conde Niño
que por mí quiere finar.
¡Quién le pudiese valer
en su tan triste penar!
-Si por tus amores pena,
¡oh, malhaya su cantar!,
y porque nunca los goce
yo le mandaré matar.
-Si le manda matar, madre
juntos nos han de enterrar.
Él murió a la media noche,
ella a los gallos cantar;
a ella como hija de reyes
la entierran en el altar,
a él como hijo de conde
unos pasos más atrás.
De ella nació un rosal blanco,
de él nació un espino albar;
crece el uno, crece el otro,
los dos se van a juntar;
las ramitas que se alcanzan
fuertes abrazos se dan,
y las que no se alcanzaban
no dejan de suspirar.
La reina, llena de envidia,
ambos los mandó cortar;
el galán que los cortaba
no cesaba de llorar;
della naciera una garza,
dél un fuerte gavilán
juntos vuelan por el cielo,
juntos vuelan a la par.
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