martes, 8 de junio de 2010

Las comunidades africanas y su adaptación al medio

Recientemente he vuelto a la lectura de Africa: a Biography of the Continent, de John Reader. Hace unos meses ya os traje aquí una reflexión que el autor hacía en la introducción, en la que subrayaba el hecho de la tremenda multiplicación de los humanos que escaparon de África, frente al mucho menor aumento de población entre los que se quedaron. Más adelante, en el libro, apunta una posible explicación, basada en que una población dispersa era la mejor apuesta en un hábitat con abundantes enfermedades parasitarias que se cebaban en las aglomeraciones. El capítulo en cuestión termina con los siguientes párrafos:

"A través de la mayor parte de su historia evolutiva, la población humana en África ha vivido en grupos relativamente pequeños, demostrando que las personas son perfectamente capaces de vivir pacíficamente en pequeñas comunidades por milenios sin establecer ciudades y estados. De hecho, su contribución más distintiva a la historia de la humanidad ha sido precisamente el civilizado arte de vivir de forma agradablemente pacífica juntos sin formar estados. Como África fue la cuna de la humanidad sería reconfortante creer que las pacíficas pequeñas comunidades fueron una forma ideal de existencia. Pero, sin embargo, como todo lo demás en la historia de la evolución del hombre, las pacíficas pequeñas comunidades en África fueron una respuesta ecológica; aseguraban la supervivencia en un entorno hostil de suelos pobres, clima errático, hordas de plagas, y una variedad de parásitos transmisores de enfermedades mayor que en cualquier otro lugar de la tierra.

En África, las personas estaban forzadas. Debido a que habían evolucionado allí como una expresión de la diversidad ecológica del continente, paralelamente con un número infinito de otros organismos, cualquier intento de explotar el sistema para su beneficio exclusivo llevaba el riesgo del desastre y la extinción. Su continua supervivencia fue resultado de su capacidad de adaptación, y de su habilidad para acomodarse a las realidades ecológicas a las que se enfrentaban, incluyendo depredadores, parásitos y enfermedades. Los emigrantes que dejaron el continente hace 100.000 años se liberaron de sus ataduras. Éste es el por qué se multiplicaron de unos cientos a más de 300 millones en el año 1.500 d.C. mientras que la población de África había aumentado de 1 millón a sólo 47 millones."

lunes, 7 de junio de 2010

Mambrú sí fue a la guerra

Mambrú se fue a la guerra,
¡qué dolor, qué dolor, qué pena!,
Mambrú se fue a la guerra,
no sé cuando vendrá.
do-re-mi, do-re-fa,
no sé cuando vendrá.

 A escuchar esta canción infantil nunca me hubiera imaginado que:
  1. Tiene trescientos años, que
  2. Mambrú fue un personaje histórico, y que
  3. originalmente fue una canción cantada por soldados en campaña.
Mambrú fue, en realidad, John Churchill, duque de Malborough, que estuvo al mando de las tropas inglesas durante la Guerra de Sucesión Española. La canción la compusieron las tropas francesas burlándose de su enemigo, al que dieron erróneamente por muerto tras la batalla de Malplaquet, en 1709 (Malbrough s'en va-t-en guerre, / mironton, mironton, mirontaine). Aunque, según leo en Wikipedia, la melodía parece ser aún más antigua, de origen árabe y llevada a Francia por los cruzados. 

La canción acabó popularizándose en Francia y de allí pasó a España de la mano de los borbones, donde el impronunciable Malborough se convirtió en el más castizo Mambrú.

miércoles, 2 de junio de 2010

Relatividad de M.C. Escher con Lego

Estupenda recreación de la obra Relatividad (1953) de M.C. Escher con fichas de Lego.


Recordemos la obra original de Escher.


Hay más recreaciones de obras de Escher con fichas de Lego en Neatorama.

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martes, 1 de junio de 2010

El príncipe y la semilla

Se cuenta que allá por el año 250 a.C. un príncipe de la región norte de China estaba punto de ser coronado emperador, pero de acuerdo con la ley debía casarse antes. Sabiendo esto, decidió organizar una competición entre las muchachas de la corte para elegir a la esposa adecuada. Mandó anunciar que recibiría en una celebración especial a todas las pretendientes y lanzaría un desafío.

Una anciana que servía en el palacio hacía muchos años, escuchó los comentarios sobre los preparativos. Sintió una leve tristeza porque sabía que su joven hija tenía un sentimiento de profundo amor por el príncipe. Al llegar a la casa y contar los hechos a la joven, se asombró al saber que ella quería ir a la celebración y sin poder creerlo le preguntó:

-¿Hija mía, qué pretendes? Las muchachas más bellas y ricas de la corte estarán allí. Sácate esa idea insensata de la cabeza. Sé que debes estar sufriendo, pero no hagas que el sufrimiento se vuelva locura.

Y la hija respondió:

-No, querida madre, no estoy sufriendo y tampoco estoy loca. Yo sé que jamás seré escogida, pero es mi oportunidad de pasar algunos momentos cerca del príncipe. Eso me hará feliz.

Por la noche la joven llegó al palacio. Allí estaban todas las muchachas más bellas, con las más bellas ropas, las más bellas joyas y las más determinadas intenciones. Entonces el príncipe anunció el desafío:
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