sábado, 14 de abril de 2012

Achamán, Guayota y las hogueras del infierno (leyenda guanche)

Aquel día Achamán había interrumpido sus quehaceres habituales para sentarse en el Echeide a contemplar el mundo a su alrededor. Las rocas desprendían una agradable calor que contrastaba con la fresca brisa que llegaba del mar. Con un leve movimiento de cabeza Achamán podía ver en la clara mañana las bestias correr por los prados, las aves en el cielo, las estelas de los grandes peces, mientras escuchaba el rumor del viento en los pinos y el crujir de las rocas al calentarse bajo el sol. A su lado un lagarto avanzaba lentamente, la vista puesta en un saltamontes que mordisqueaba una hoja.


Mientras observaba el ondular de la espalda del reptil notó un movimiento sobre él: unos pinzones azules se perseguían en pleno cortejo. Más allá de ellos un águila volvía a su nido sujetando entre sus garras un pez cuyas escamas lanzaban destellos al sol.

Achamán sintió como su pecho se llenaba de alegría ante la belleza desplegada frente a sus ojos. Pero la sonrisa se borró de su rostró al crecer en su interior un pensamiento incómodo: ¿qué sentido tenía toda esa belleza si él era el único capaz de apreciarla?
Fruto de una súbita determinación Achamán se puso en pie, provocando el vuelo del saltamontes y la huida de un lagarto asustado al ver moverse lo que hubiera jurado que era parte de la montaña. Desde el hueco entre dos piedras observó como Achamán caminaba ladera abajo, el rostro serio mientras una idea iba abriéndose paso en su interior.
Unos días después volvió a sentarse en el mismo sitio, de nuevo sonriente mientras observaba a los primeros hombres abrir los ojos y mirar asombrados a su alrededor.



En los violentos fuegos que arden dentro del Echeide desde donde Achamán contemplaba el mundo estaba el hogar de Guayota. Donde Achamán representaba la vida, Guayota era la muerte, donde la creación, la destrucción. Guayota odiaba las criaturas con las que Achamán había poblado el mundo, y por encima de ellas a su última creación, los hombres.

Sin atreverse a atacarlos directamente por miedo a Achamán, el malvado Guayota tramó un, nunca mejor dicho, oscuro plan. Por medio de engaños atrajo a Magec, que llenaba el mundo de luz desde los cielos, hacia el interior del Echeide donde podía usar todo su poder para apresarlo.

El terror se adueñó del corazón de los hombres al darse cuenta de que había desaparecido el sol. Desesperados acudieron al mismo Achamán pidiendo que intercediera ante ellos. Lleno de ira, el dios se dirigió a la cumbre del Echeide, al gran cráter que daba entrada al reino de Guayota. Bajo él los fuegos se agitaban llamándole por su nombre. En medio de ellos Guayota esperaba, confiado al sentirse en su elemento.
Ausente Magec del cielo para marcar el paso del tiempo, los hombres fueron incapaces de saber cuántos días se prolongó la lucha. Bajo ellos la tierra temblaba incapaz de contener el terrible combate que se desarrollaba en su interior.
Cuando al fin llegó la calma, los hombres salieron de sus refugios y contemplaron como la cima del Echeide empezaba a brillar en la oscuridad. Los más agoreros se lanzaron al suelo anunciando a gritos la llegada de Guayota, que descendería rodeado de fuego para acabar con todas las criaturas vivas.

Pero en lugar de bajar por la ladera, la luz se hizo más fuerte hasta que fueron incapaces de mirarla, y así supieron que era Magec que escapaba. Tras él surgió Achamán, que corrió a cerrar el cráter tras de sí con una gran roca, justo a tiempo para evitar la salida de Guayota.
El dios de los infiernos luchó, empujó y golpeó la roca con todas sus fuerzas, generando tal terremoto que partió la isla donde estaba el Echeide en siete trozos, que ahora conocemos como Islas Canarias. En su montaña más alta, la que hoy llamamos Teide, sigue encerrado Guayota bajo la piedra que puso Achamán, el último cono blanquecino que corona volcán, y que recibe en nombre de Pan de Azúcar.

Desde ese día, cada vez que la tierra temblaba y el brillo del fuego asomaba en la cima del Teide, los antiguos guanches prendías numerosas hogueras por los campos. Unos dicen que para asustar a Guayota. Pero otros, sabiendo que el fuego es su elemento natural, afirman que es para que Guayota se confunda y, pensando que aún continúa en los infiernos, continúe su camino.

El Teide con el Pan de Azúcar en su cumbre. Fotografía de darksidex.


domingo, 8 de abril de 2012

No fueron solo los elementos: el fracaso del Gran Designio de Inglaterra

(Entrada publicada originalmente en Un café con Clío.) 


Portrait of Philip II of Spain by Sofonisba Anguissola - 002b
Retrato de Felipe II
de Sofonisba Anguissola (wikipedia)
"Contra los hombres la envié, no contra los vientos y el mar" es la frase que le atribuye su biógrafo Baltasar Porreño a Felipe II al conocer el fracaso de la que había sido su empresa más ambiciosa. El Gran Designio de Inglaterra era un plan de invasión que involucraba lo mejor de su ejército junto con una gran armada, "la mayor y más poderosa combinación jamás reunida en la Cristiandad", como la describió en una carta llena de preocupación uno de los capitanes ingleses que se enfrentó a ella.

Una jugada arriesgada que, de haber tenido éxito, habría cambiado de manera crítica el equilibro de poder en Europa.




Génesis del proyecto

La década de 1580 había empezado bien para el soberano español. Acaba de unir a su corona la portuguesa con todos sus territorios de ultramar, la amenaza turca en el mediterráneo había desaparecido de momento al estar su atención dirigida hacia sus fronteras orientales, y el tradicional enemigo de España, Francia, se hallaba en plena crisis interna, envuelta en una lucha entre católicos y protestantes. Pero, como si el principio de un cómic de Asterix se tratase, había un pequeño territorio que resistía tenazmente.

sábado, 31 de marzo de 2012

El sueño igual

(Hoy quiero compartir con vosotros uno de los mejores regalos que me han hecho. Cuando mi santa le dijo a mi hija Paula que se acercaba mi cumpleaños, ella en seguida supo qué tenía que regalarme: "Un cuento, que le gustan mucho a Papá". Así que a sus cinco (casi seis) añitos se puso a dictarle a su madre la historia que os reproduzco a continuación, que la encuadernó incluyendo los dibujos que Paula hizo para ilustrarla.)

Erase una vez un corazón que se llamaba Paula y que un día iba caminando por el bosque, y se encontró a su amiga la estrella Ana. Paula le dijo:

―¿Qué estás haciendo?

―Estoy corriendo ―le contestó Ana― del Lobo grande y feroz y toda su pandilla de lobos y zorros.


Paula dijo:

―¡Oh, no! ¡Eso es terrible! Vamos a salir las dos huyendoooooo.

Entonces se encontraron a su amiga la Luna, que le dijo a Ana:

―¿Qué estás haciendo, hijita?

Ana contestó:

―Estamos huyendo del Lobo grande y feroz y su pandilla de lobos y zorros.

Entonces, la Luna le dijo:

―Dale de la mano al corazón y ¡vuela!

―¡Pero es que nos persiguen el Lobo grande y feroz y su pandilla de lobos y zorros!

―Pues yo os ayudaré para ir más rápido ―contestó la Luna.

Entonces se puso como una catapulta hasta el cielo y salieron volando y por el cielo se encontraron a su mejor amigo, el Sol.


Ana dijo:

―Sol, Sol ¡Ayúdanos! Es que yo vuelo poco y quizás me caiga, o no, pero el gran Lobo feroz y su pandilla nos está persiguiendo y que si puedes apuntarles con tus rayos si ves que vamos a caer por donde ellos están o cerca.

El Sol contestó:

―Pues veo que los lobos y zorros van hacia tu casa. Ve volando hasta tu casa, entra por la chimenea y cierra la puerta con 8 candados.


Y así lo hicieron, volaron rápidamente hacia la chimenea y entonces, en el momento en que estaban al lado de la chimenea a punto de entrar, y justo entonces, se cayó, porque era el momento en que ella paraba de volar. Entonces se pusieron a jugar hasta que el corazón Paula se convirtió en la estrella Ana y la estrella Ana se convirtió en el corazón Paula, porque era un sueño.

FIN

Paula

martes, 27 de marzo de 2012

De piojos y hombres

No falla. Es ver el letrero en la puerta de la clase de mi hija invitándonos a revisar regularmente el pelo de los niños y empezar a picarme la cabeza. Por un instante estoy totalmente seguro de cobijar una colonia entera de piojos y me sube un escalofrío por la espalda. Y eso que, de hacer caso a la mitología china, no debería sentir repulsión por estos bichitos. Dejad que os cuente una leyenda:

Hace mucho, mucho tiempo, en el principio de la existencia, el Universo era un caos que mezclaba cielo y tierra en un todo... con forma de huevo. Dentro del huevo dormía P'an-Ku. Venía haciéndolo desde hacía 18.000 años (mes arriba, mes abajo), y si hubiera seguido haciéndolo no estaríamos aquí y el caos seguiría reinando en el Universo.

Pero un día (o noche, que en aquel entonces aún no existía ni una cosa ni la otra) P'an-Ku despertó. En seguida se sintió incómodo, encerrado en ese pequeño huevo que contenía todo lo que existía. Así que agarró un hacha (sí, había un hacha dentro del huevo. A mí no me miréis, yo no he sido quien se ha inventado la historia) y se puso a golpear a un lado y a otro hasta que se liberó.

P'an-Ku pudo al fin estirarse, y al hacerlo la parte clara y ligera del huevo subió con él dando lugar al cielo, mientras que la más turbia y pesada se quedó abajo formando el suelo. Cielo y tierra se expandieron durante otros 18.000 años (más o menos) y P'an-Ku creció con ellos, haciendo de columna que les impedía volver a mezclarse.

Pero 18.000 años son muchos, incluso para P'an-Ku, y acabó llegado su hora. Afortunadamente su labor había tenido su fruto y cielo y tierra estaban separados ya para siempre. 

¿Y eso que tiene que ver con los piojos de los que hablaba al principio, os preguntaréis?

Pues veréis, la muerte del gigante sirvió para llenar el mundo de nuevas cosas: sus ojos formaron el sol y la luna, su aliento el viento y su voz el trueno. De sus brazos y piernas surgieron montañas entre las que corría su sangre hecha agua. Sus músculos se volvieron fértiles campos recorridos por venas convertidas en caminos, y sobre ellos brillaban las estrellas que habían nacido del pelo de su barba. La piel y el vello de su cuerpo se tornaron árboles y flores que recibían la lluvia y el rocío en que se transformó su sudor (vale, esta parte no es tan bonita. Nunca voy a poder volver a ver la lluvia igual).

¿Y los piojos? Pues mira a tu alrededor. Nosotros somos los descendientes de los piojos y pulgas de P'an-Ku. Así que la próxima vez que te pique la cabeza (no mientas, te acabas de rascar) piensa que tal vez sea algún primo lejano tuyo que no terminó de convertirse en humano.


Malapata


Notas:
  • El texto es una reescritura de una leyenda que conocí en un libro sobre cosmología china que podéis descargaros en la biblioteca Cervantes Virtual.
  • Podéis saber más sobre nuestros primos en en Otros cuentos imposibles.

Licencia de Creative Commons
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miércoles, 21 de marzo de 2012

El papa que quiso ser hermoso

(Entrada publicada originalmente en Un café con Clío.)


El Papa Pablo II (1417-1471) se consideraba a sí mismo tan bello que estuvo a punto de adoptar del nombre de Formosus (el guapo) al ser ordenado. Afortunadamente sus cardenales lograron disuadirle. 

Hubiera sido Formosus II, aunque en el anterior caso parece que Formosus era su verdadero nombre.

Fuente: The Popes: A History, de John Julius Norwich.
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